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Umbracle

Conoce el Umbracle, uno de los emblemas del proyecto arquitectónico de Santiago Calatrava.

Descubre

Espectacular paseo ajardinado y zona expositiva con unas increíbles vistas a todo el complejo, que alberga en su interior un gran aparcamiento.

 

 

El Umbracle es un mirador de más de 14.000 metros cuadrados con zona expositiva desde el que se puede contemplar la globalidad de edificios, estanques, paseos y zonas ajardinadas de la Ciutat de les Arts i les Ciències.

Está poblado de estas especies autóctonas, que cambian de forma y color a lo largo de las estaciones. La distribución esmerada de las flores proporciona una delicada armonía cromática, destacando el rojo, el amarillo, el naranja, el violeta y el blanco.

El jardín está rodeado de más de 80 palmeras, 29 naranjos amargos, diferentes variedades de arbustos de la Comunidad Valenciana, como jaras, lentiscos, budleias, plumeros o plumbagos; plantas de Don Juan de Noche; plantas trepadoras como madreselvas; plantas tapizantes como lantanas, y un centenar de plantas aromáticas como romero y lavanda.

Copiando a la naturaleza: La biomimética

 

Gracias a la colaboración con la empresa Biomimetiks y bajo el lema ‘Copiando a la naturaleza’, se han desarrollado unas fichas educativas con ejemplos que nos ofrece la naturaleza para desarrollar soluciones innovadoras. Tras la consulta previa de las fichas, el visitante puede comprobar estos ejemplos en el propio complejo, durante un recorrido por el Umbracle al observar las formas de las especies vegetales.

Fichas biomimética:

 

¿Sabes por qué la forma de las hojas de las palmeras, partidas dando lugar a multitud de hojitas, es diferente a la de otras hojas?

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¿Por qué las naranjas son esféricas?

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¿Para que nos puede servir conocer la manera en la que las adelfas despliegan sus flores? ¡Para aplicarla en la carrera espacial!

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Las hojas sirven para hacer la fotosíntesis y permiten el transporte de los nutrientes. Descubre cómo se aplica la Ley de Murray en las hojas de la lantana.

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La madreselva es una planta trepadora. De esta forma, accede a los lugares más altos con luz abundante. La forma geométrica que adopta mientras crece es la hélice, una constante de la naturaleza.

Diseñado por Santiago Calatrava, es el pórtico monumental de acceso a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

 

Situado en la fachada sur del complejo, junto a la autovía de El Saler y con unas dimensiones de 320 metros de longitud y 60 metros de anchura, supone una novedosa solución para concertar las necesidades de aparcamiento del complejo con la estética imperante en el conjunto.

 

Es un paseo mirador conformado por una sucesión de 55 arcos fijos y 54 arcos flotantes de 18 metros de altura.

Aparcamiento

En su interior alberga el aparcamiento de la Ciutat de les Arts i les Ciències, con capacidad para 661 vehículos y 25 autobuses repartidos en dos plantas.

Paseo del arte

El Paseo del Arte es un espacio de libre acceso que alberga exposiciones artísticas de gran formato, fundamentalmente escultóricas. 


El complemento perfecto a las extraordinarias vistas panorámicas que se ofrecen del complejo desde este lugar. Una combinación única de arquitectura, ciencia y arte que convierten al Umbracle en una zona especialmente indicada para el disfrute de la cultura y el ocio por parte de todos los ciudadanos.

Exposiciones del Paseo del arte

Exposición finalizada. Las esculturas del artista Hung Yi provocan un estallido de color con animales decorados con esmaltes brillantes inspirados en la cultura taiwanesa.

Autor:

: Hung Yi

Exposición finalizada. La exposición de la artista japonesa Leiko Ikemura está formada por seis gráciles e imaginativas esculturas de apariencia mitad animal, mitad vegetal…

Autor:

: Leiko Ikemura

Exposición finalizada. La obra de Mitoraj se caracteriza por la utilización de materiales como el bronce y el mármol, los cuales hace dialogar para

Autor:

: Ciutat de les Arts i les Ciències

Jardín de astronomía

Esta exposición de acceso libre ubicada en el Umbracle, se concibe como un excelente balcón desde el que mirar al cielo y aprender astronomía.

 

Cualquiera que pasee por él – da igual cuál sea su edad o procedencia – se convertirá, sin apenas darse cuenta de ello, en un verdadero apasionado de esta materia.

 

La astronomía es una ciencia estrechamente relacionada con instrumentos de observación y medición del cielo. En este original Jardín hemos reunido algunos de ellos. Todos ellos son ingenios – algunos muy conocidos – que ha desarrollado el ser humano a lo largo de la historia para entender los movimientos que describen los distintos objetos que contemplamos en la bóveda celeste, sobre todo el Sol, la Luna y las estrellas.

 

Al utilizar estos módulos podemos comprender algunos conceptos básicos como el movimiento aparente de los astros, la diferencia entre hora solar y hora civil o entre longitud y latitud, cuándo se producen los solsticios y los equinoccios, qué es la declinación solar, etc. Y lo haremos de una forma divertida, interactiva y divergente. Porque hay pocas cosas que exciten más nuestra curiosidad que observar el cielo.

Elementos expositivos del Jardín de Astronomía

El gnomon es sin duda el instrumento astronómico más sencillo y antiguo: una simple barra perpendicular al suelo que proyecta su sombra sobre un plano horizontal. Significa palo o bastón en griego.  Con tan sencillo aparato, podemos observar  cómo se mueve la sombra del  gnomon a lo largo del día y cómo varía su longitud a lo largo de las estaciones.

 

Las hipérbolas dibujadas en el suelo marcan la trayectoria de esa sombra a lo largo de cada día en distintas épocas del año. La curva más próxima al gnomon corresponde al recorrido de la sombra durante el solsticio de verano, cuando el Sol alcanza mayor altura sobre el horizonte; por eso la sombra es la más corta de todas. En cambio, la más larga corresponde al solsticio de invierno, cuando el Sol está más bajo.

 

El gnomon puede ser utilizado también como calendario y reloj solar. La prolongación de cada línea hacia el Este y el Oeste nos señala el lugar por donde sale y se pone el Sol a lo largo del año. Este lugar solo coincide con estos puntos cardinales en los equinoccios, cuando el día y la noche tienen la misma duración. La línea que recorre la sombra del gnomon durante ese día no es una hipérbola, sino una línea recta.

No necesitas absolutamente nada para conocer la hora solar. 

 

Tan solo a ti mismo, porque en este instrumento tú eres el gnomon; tu propia sombra indica la hora solar.

 

Si tu sombra no llega a tocar las cifras horarias, no te preocupes: puedes prolongarla levantando un brazo verticalmente por encima de la cabeza. En este tipo de reloj horizontal, las horas están trazadas sobre una elipse de gran tamaño, cuyo eje mayor está orientado en la dirección Este-Oeste. En la placa situada en el centro, sobre el eje menor de esta elipse, aparecen los meses del año.

 

Para hacer una lectura correcta, deberemos situarnos sobre la fecha en la que estamos y nuestra sombra nos marcará la hora.  Sitúate sobre la placa central y busca la fecha de hoy. ¿Qué hora marca tu sombra?

Este instrumento, llamado plinto, fue descrito por Claudio Tolomeo en el siglo ll d. C., y se utiliza para medir la altura máxima del Sol sobre el horizonte. Al mediodía, cuando alcanza el punto más alto de su recorrido, el Sol cruza el meridiano del lugar.

 

Esa altura depende de la latitud, pero también varía a lo largo del año; es máxima en el solsticio de verano y mínima en el de invierno. A la latitud de Valencia, la altura máxima que alcanza el Sol en el solsticio de verano es de 73º 57’; en el solsticio de invierno solo llega a 27º 5’.

 

Si observamos la sombra de la aguja indicadora a las 12.00 hora solar, obtendremos la declinación solar del día en el que estamos; es decir, el ángulo que forma el Sol con el ecuador celeste. Y como la declinación del Sol es diferente para cada día del año, el plinto también se puede utilizar como un calendario anual de precisión, pero solo a esa hora exacta: el mediodía solar.

 

Con el plinto podemos saber cuándo se producen los solsticios y los equinoccios: basta con observar la sombra al mediodía solar, que coincidirá con la marca correspondiente.

El Sol se mueve a lo largo del día, pero también lo hace a lo largo de períodos de tiempo más largos; por ejemplo, los meses. Este movimiento es el que se encuentra en el origen de los solsticios y equinoccios, de los que nos habla este módulo.

 

Túmbate sobre la plataforma, de modo que tu cabeza quede situada en el orificio superior. Fíjate en las líneas de los equinoccios y los solsticios. Desde esta posición, la línea del solsticio de invierno marca el recorrido del Sol en el día más corto del año. El Sol sale muy tarde y muy alejado del Este. A mediodía, lo encontramos relativamente cerca del horizonte, y sus rayos son muy oblicuos y calientan poco.

 

Durante el invierno, el Sol va recuperando altura. El día del equinoccio de primavera sale exactamente por el Este, y ese día sigue la línea que marca la circunferencia central. El día y la noche duran lo mismo: doce horas; de ahí el nombre latino aequinoctium, noche igual (al día). Según avanza la primavera, cada día amanece antes y anochece más tarde, hasta llegar al solsticio de verano, cuando tenemos más horas de luz. Este día el recorrido del Sol coincide con la circunferencia superior, la de mayor tamaño.

 

Luego, durante los tres meses del verano, el ciclo se invierte: el Sol sigue una trayectoria cada día más corta, hasta llegar al equinoccio de otoño, cuya línea es idéntica a la de primavera.

Vemos el movimiento que traza el Sol sobre el horizonte como un gran arco que se describe en él entre dos puntos. En este módulo aprenderemos algo sobre estos dos puntos por los que decimos en lenguaje coloquial que sale y se pone el Sol.

 

La afirmación “el Sol sale por el Este y se pone por el Oeste” no es del todo cierta. Solo hay dos fechas al año en las que esto se cumple exactamente: los equinoccios de primavera y otoño. El método para saber dónde están estos puntos cardinales consiste en observar la puesta o salida del Sol en uno de esos dos días. Por el contrario, la posición del Sol al mediodía, cuando este se encuentra en el punto más alto, marca siempre el Sur.

 

A lo largo del año, la salida del Sol (orto) y su puesta (ocaso) varían de posición en el horizonte. En el hemisferio norte, la posición del ocaso se desplaza hacia el Sur en invierno, mientras que en verano lo hace hacia el Norte.

El movimiento del Sol también puede resultar muy útil para saber qué hora del día es. En la exposición te presentamos dos de estos relojes de Sol, explicando,  de paso, la diferencia que existe entre hora solar y hora civil.

 

Reloj de sol ecuatorial (imagen galería 1)

 

El funcionamiento de un reloj de Sol ecuatorial es sencillo, aunque requiere considerar la época del año en que nos encontremos. Durante la primavera y el verano, el recorrido del Sol se eleva más sobre el horizonte, por lo que sus rayos iluminan la cara superior del reloj. Sin embargo, en otoño e invierno el Sol se encuentra mucho más bajo; por eso sus rayos iluminan la cara inferior del reloj. En ambos casos, la sombra del estilo sobre la superficie del reloj indica la hora.

 

La información que se obtiene con este instrumento es la hora solar, que no coincide con la hora civil que marcan
los relojes. De forma aproximada, la hora que observamos coincide con la civil siempre que le sumemos a la lectura del reloj solar una hora durante el horario de invierno y dos en el de verano.

 

Reloj de Sol ecuatorial corregido (imagen principal)

 

El reloj de Sol ecuatorial corregido nos permite conocer no solo la hora solar, sino también la hora civil; es decir, la que marcan los relojes. La corrección tiene en cuenta la fecha y la latitud del lugar. Para esto, el gnomon ha sido sustituido por una placa móvil en cuyo centro se ha dibujado una figura muy singular en forma de ocho, llamada analema, calculada para Valencia, y que describe las posiciones del Sol en el cielo a lo largo del año.

Hasta ahora hemos hablado siempre de aquella parte de la Tierra que queda iluminada por el Sol. Pero nuestro planeta también cuenta con otra cara (su opuesta) que, simultáneamente, queda en sombra. En ella decimos que es de noche. La reproducción de un globo terráqueo nos muestra de una forma muy visual el principal efecto que tiene el movimiento de rotación de la Tierra.

 

¿Eres capaz de decir en qué lugares de nuestro planeta es ahora de día o de noche? Este modelo, al igual que la Tierra, tiene su Polo Norte orientado hacia la Estrella Polar; su eje es, por lo tanto, paralelo al de nuestro planeta. Así, la zona que aparece en sombra se corresponde con la zona del globo en la que es de noche ahora, y la que se encuentra iluminada por la luz solar es la parte de la Tierra donde es de día.

 

La primera persona que calculó las dimensiones de la Tierra fue Eratóstenes (sabio griego nacido en Cirene [actual Libia] hace más de 2.200 años), al medir la sombra de dos obeliscos situados en dos ciudades diferentes: Alejandría y Siena, hoy Asuán.

En el Jardín de Astronomía podemos contemplar el movimiento de otras estrellas distintas a nuestro Sol. El movimiento de la Tierra alrededor de su eje hace que, en las noches despejadas, podamos observar cómo el cielo estrellado parece desplazarse lentamente girando en torno nuestro de este a oeste. Si se coloca la esfera de forma que el eje coincida con la marca de 39º, que es la latitud aproximada de Valencia, puede verse el movimiento aparente de la bóveda celeste simplemente girando la esfera de este a oeste. Curiosamente, algunas de las constelaciones nunca desaparecen bajo el horizonte, y son visibles durante toda la noche. Se llaman circumpolares, porque parecen girar alrededor del polo celeste, que en el hemisferio norte coincide con la Estrella Polar. Si variamos la latitud de la esfera, veremos cómo cambia el cielo según la ciudad en que nos encontremos. En el ecuador, el Sol, la Luna y las estrellas salen y se ponen siguiendo una trayectoria aproximadamente perpendicular al horizonte. Puede comprobarse colocando el eje de giro en 0º, que es la latitud del ecuador, y girando la esfera.

El tercero de los cuerpos celestes del que se habla en el Jardín de Astronomía es la Luna, el satélite natural de la Tierra. Además de extasiarnos contemplando sus curiosas manchas, podemos usarla también como un auténtico reloj.

 

Solemos pensar que solo se ven objetos celestes por la noche, pero a veces vemos la Luna también durante el día. De hecho, cuando está próxima a la fase de luna nueva, esta sale por la mañana y se pone al final del día, mientras que cuando está cerca de la fase de luna llena, sale al atardecer y se pone al amanecer.

Hasta la ojeada más despreocupada revela que la superficie lunar tiene zonas claras y oscuras. Los terrenos claros y accidentados son ‘terrae’ (tierras, en latín), y las regiones oscuras son ‘maria’ (mares, en latín). Los primeros astrónomos creían que estas últimas eran océanos. Luego se supo que allí no hay agua, aunque se mantuvo la denominación. Las zonas claras, los supuestos continentes, se suelen llamar también tierras altas, ya que tienen mayor altitud.

 

La distribución de ambas superficies difiere mucho de una a otra cara del satélite. Mientras casi un tercio de la cara visible está cubierta por mares, en el casode la cara oculta estos tan solo ocupan un 2%. Pero, ¿Cómo nacieron estas estructuras?

 

Hace unos 3.800 millones de años, la Luna sufrió un intenso bombardeo de asteroides que generó numerosas cuencas de impacto, con diámetros de cientos de kilómetros. Más tarde, estas cuencas fueron rellenadas por magmas que formaron un océano de rocas fundidas que, al enfriarse, formaron los actuales mares. Los cráteres son los accidentes lunares más abundantes. De hecho, hay unos 30.000 de diámetro superior a un kilómetro en la cara visible, e innumerables más pequeños.

Guía didáctica del Jardín de astronomía.

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