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¿Sabías que el Museo cuenta con uno de los Péndulos de Foucault más largos del mundo?

¿Sabías que el Museo cuenta en su Calle Mayor con uno de los Péndulos de Foucault más largos del mundo, con un peso de 170 kilogramos y una longitud de 34 metros? Ven a verlo, y de paso te enterarás de la increíble historia que encierra aprendiendo algunos conceptos fundamentales de física.


Tal día como hoy hace 162 años, el 26 de marzo de 1851, el físico francés Léon Foucault (1819-1868) dejaba al mundo boquiabierto con uno de los experimentos más celebres de la historia de la ciencia. Un experimento que reproducimos en el Museo a manera de homenaje permanente a este famoso científico. Con él Foucault acabaría con una de las certezas más obvias que nos ofrecen nuestros ojos cuando observamos lo que nos rodea, una de esas obviedades que nos parece de auténtico “sentido común”: el hecho de que la Tierra “parece” que esté quieta, que no se mueve. Nada más y nada menos que con su famoso péndulo Foucault demostró que por el contrario, la Tierra sí se mueve y lo hace además de una forma determinada; girando sobre sí misma como si fuera una peonza, siempre en la misma dirección, y-vista desde el polo norte- en sentido contrario a las agujas del reloj.

A este movimiento se le conoce como movimiento de rotación, y es en buena medida responsable de que existan los días y las noches. Sabios del pasado como Aristarco de Samos, Copérnico, o Galileo habían llegado antes y por distintos caminos a la misma conclusión de que, en efecto, la Tierra se mueve,… pero ninguno de ellos pudo demostrarlo… hasta que 220 años después a Léon Foucault se le ocurrió la genial idea.

La historia del experimento es una extraordinaria mezcla de pasión, audacia intelectual, y expectación. Pocas veces una sociedad, en este caso la francesa, se ha visto inmersa de igual manera en un experimento científico que en aquel momento adquiriría la categoría de auténtico acontecimiento. Primero Foucault lo hizo a una escala reducida empleando un pequeño péndulo que colocó sobre una plataforma giratoria, existe uno muy parecido en el Museo justo junto al grande. Después, aumentó progresivamente las dimensiones tanto del cable como de la bola suspendida en él, hasta llegar a los 67 metros y los 28 kilos respectivamente.

En el Panteón de Paris

Fue entonces cuando invitó a Paris entero a su Panteón –incluyendo al príncipe Luis Napoleón Bonaparte – nada más y nada menos que a ‘ver girar la Tierra’ en vivo y en directo. En realidad la bola era una bala de cañón rematada por una punta que trazaba sus oscilaciones sobre un lecho de arena. Apartó el péndulo de la posición de equilibrio estable y éste se sostuvo inmóvil mediante una cuerda, a la que se aplicó una llama, hasta que se rompió y el péndulo comenzó a oscilar. El espectáculo estaba servido. La superficie de arena ‘registró’ que el plano de oscilación del péndulo giraba lenta pero continuamente en el sentido de las agujas del reloj. La causa de este giro es conocida como ‘fuerza de Coriolis’’ y resulta del movimiento de giro del globo terrestre que provoca una desviación de las masas hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el sur.

El Péndulo de Foucault también representa el final feliz de una larga historia plagada de intolerancia como la que experimentarían en propia persona gigantes del pensamiento de la talla de Galileo, o el propio Giordano Bruno al que le costó la vida defender la idea de que la Tierra giraba. ¿Podías imaginar que tras algo tan aparentemente sencillo se esconde una historia como la que te contamos en el Museo? Este Péndulo no es el único que vas a encontrarte en él. Puedes divertirte ‘peligrosamente’ con otro muy especial en las sesiones de ‘Horror al vacío’ de la Ciencia a Escena: un péndulo ‘rompedientes’ que pondrá a prueba tu confianza en la ciencia.

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