Hoy se celebra el Día Mundial de la Meteorología para conmemorar que el 23 de marzo de 1950 se creó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Y sobre qué es el tiempo y por qué genera tanto interés, hemos hablado con Manuel Toharia, director científico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Su vocación es explicar la ciencia para que esté al alcance de todos, porque cree firmemente que «la ciencia es cultura». Qué tiempo hará en Semana Santa, por qué este domingo nos cambian la hora, si será posible en un futuro modificar el tiempo y ‘deshacer’ tormentas, o la diferencia entre tiempo y clima, son algunos de los temas de esta entrevista, que se desarrolla en la exposición ‘Cambio climático’ del Museo de las Ciencias.
Toharia sabe observar el cielo e interpretar el significado del viento o la forma de las nubes, de joven fue meteorólogo y hombre del tiempo de la tele cuando se dibujaban los mapas en una pizarra. En gran parte gracias al trabajo de personas como Toharia, la divulgación científica ha tenido una presencia constante en los medios de comunicación.
La meteorología parece la ciencia más popular, el tiempo en los informativos es de los espacios más vistos, y en Internet proliferan las páginas de aficionados ¿por qué cree que nos interesa tanto el tiempo?
Desde siempre se decía que cuando no había de qué hablar, se hablaba del tiempo… Pues ahora es un poco al revés: sólo cuando no se habla del tiempo se habla de otras cosas… Bueno, es broma, pero en realidad algo ocurre con este asunto y ocurre en todas partes. En realidad, tampoco es tan importante el tiempo: si vas de vacaciones, te va a dar igual porque no vas a dejar de ir porque vaya a llover. Como mucho, para prever ropa de lluvia o así… Y si vas a trabajar, ¿qué más da el tiempo que hace? En invierno, siempre suele hacer frío, en verano calor, si miras por la ventana y llueve coges el paraguas… ¿No es para tanto, no? Solo los agricultores y marineros dependen realmente del tiempo y aun así… eso sí, a todo el mundo le gusta estar informado del tiempo que va a hacer. Y con la histeria del cambio climático, ahora se le echa la culpa de todo lo que ocurre. Antes era culpa de las bombas atómicas o de los cambios de siglo o milenio…
Como televisivo hombre del tiempo, ¿todavía le preguntan por la calle?
Curiosamente, sí. Pero cada vez menos. Es que yo era muy joven cuando era hombre del tiempo –y los que me veían entonces, también-. Y los menores de 40 años no me han visto nunca en esa faceta. En general, noto que me conocen más por mi trabajo actual de divulgador que por lo del tiempo…
¿Y cómo es posible predecirlo? ¿Con cuanta antelación?
La predicción meteorológica ha mejorado muchísimo desde mi época –años setenta- hasta nuestros días. Lo que antes acertábamos a un día –apenas dos de cada tres veces- ahora se acierta a cuatro o cinco días, y hoy a 24-48 horas los aciertos superan con mucho el 90%, incluso el 95%. ¿Cómo se hace? Conociendo mejor el tiempo actual –ahí los satélites de observación suponen una enorme ayuda- y aplicando mejoras de cálculo y de ciencia teórica a las ecuaciones de predicción –y aquí son los ordenadores los que más nos ayudan actualmente-. Todo eso no existía hace 40 años, cuando yo era hombre del tiempo. Entonces los datos se obtenían directamente de los observatorios –allá donde los había; si no, se extrapolaban “a ojo de buen cubero”-, de los barcos meteorológicos y poco más. Y la predicción se hacía manualmente, dibujando mapas de tendencias y contando con la experiencia del predictor. Todo eso sigue contando hoy, pero con auxiliares poderosos como los satélites y los ordenadores.
Entonces, pronosticar qué tiempo tendremos en Semana Santa , ¿es una apuesta o es posible avanzar una predicción?
A partir de cinco o seis días de adelanto, la predicción del tiempo empieza a fallar mucho porque los sistemas atmosféricos que intervienen se rigen por un comportamiento matemáticamente caótico, en el que al aumentar el plazo de tiempo aumentan también los pequeños errores que a corto plazo no influyen tanto. Y si alguien se atreve a hacer una predicción meteorológica –seria, se entiende- a un mes o tres meses vista, es que es un farsante. Sin más.
Esta semana se han celebrado en el Museo unas jornadas dedicadas a la meteorología, ¿qué balance hace, cómo ha sido la respuesta de los participantes?
Como el tiempo interesa, y las jornadas eran abiertas a todo el público, yo creo que el éxito ya estaba más o menos garantizado. Y así ha sido. Los participantes han colaborado con entusiasmo, y bastante ilusionados por el marco que supone celebrar el evento el Museo de las Ciencias.
Uno de los temas planteados fue si es posible controlar el tiempo. En un mundo cada vez más controlado, el tiempo es un desafío pero ¿será posible en un futuro modificar los fenómenos atmosféricos adversos, deshacer tormentas o evitar sequías? ¿hay científicos investigando estas técnicas?
No creo que eso ocurra nunca. La energía puesta en juego por la atmósfera y la complejidad de las interacciones entre los múltiples factores que intervienen no sólo hacen imposible la precisión absoluta en las predicciones sino que también impiden que la mano del hombre pueda actuar sobre todo ello a la vez, y en la medida correspondiente a cada factor que interviene, con algún efecto final previsible. Por eso es una tontería afirmar que una simple avioneta sembrando algún tipo de sal desde lo alto sea capaz de eliminar la lluvia de un sitio y llevarla a otro.
Tras un invierno templado y seco, la primavera comenzó este martes con lluvia y mucho frío. Y algunos fenómenos adversos y catástrofes se achacan al cambio climático, pero ¿en qué se diferencian tiempo y clima?
El invierno no es una estación lluviosa. Un invierno seco es muchísimo menos dramático que una primavera lluviosa (la primavera y el otoño son las fuentes principales de agua en la mayor parte de España, si no llueve en esas estaciones el año es muy malo). Y un invierno templado es una bendición (excepto, quizá, para las estaciones de esquí; pero, claro, “nunca llueve a gusto de todos”), por lo que supone de ahorro energético y otras cosas. Lo que importa de verdad es que llueva, y bien, en primavera. Si es así, y con las abundantes reservas de agua en los pantanos que todavía arrastramos desde los últimos años, más lluviosos de lo normal, la cosa no será mala en absoluto.
El clima es el promedio del tiempo a muy largo plazo. O sea que el clima se calcula, se estima; pero no se mide. El tiempo se mide constantemente, y cambia en todo momento. No se pueden, pues, confundir; son muy diferentes. Un cambio de clima es un cambio, a largo plazo, de los promedios estadísticos; pero no nos informa acerca de lo que puede ocurrir en un día determinado, o incluso en un año determinado… Por eso muchas personas confunden cambio climático con cambios del tiempo más o menos normales; es un error frecuente. Y se debe a que ambas palabras, clima y tiempo, aunque son muy científicas se utilizan en el lenguaje común, y a menudo erróneamente.
Si atendemos al refranero, ‘en marzo hay nieblas, mayo nieva o hiela’, ‘Las secas en marzo, son lluvia en mayo’. O el famoso ‘En abril aguas mil’, ¿tiene un refrán favorito del tiempo, uno que casi nunca falle?
Los refranes son acumulaciones de ciencia popular, basada en la observación de muchas generaciones de personas del campo, en un determinado lugar. Algunos son muy fantasiosos, otros bastante generales y acertados, como el de las lluvias de abril (aunque a menudo llueve mucho también en marzo y en mayo). Pero todos son muy generales, poco precisos, aunque eso sí, muy populares. Yo me sé uno precioso: “abril siempre fue ruin, al entrar, en medio o al salir”. El mes de abril tiene muy mala fama en el refranero, a pesar de sus aguas mil…
Cambio horario
Dos veces al año nos ‘cambian’ el tiempo. La madrugada de este sábado al domingo 25 de marzo se cambia la hora, a las 2:00 serán las 3:00 h., ¿Por qué se adopta esta medida, es verdad que se ahorra energía?
Esto del cambio de hora es una especie de moda que se implantó a principios de siglo, de forma experimental, en algunos países del norte de Europa, y que en muchos países occidentales se ha acabado adoptando un poco porque sí, y otro poco porque se pensaba que se ahorraba energía. Los americanos cambian la hora dos semanas antes que nosotros (lo hicieron la noche del 10 al 11 de marzo) y en otoño dos semanas más tarde que nosotros (a mediados de octubre). A este paso van a ir acercando esas fechas de tal modo que al final sólo tendrán el llamado horario de verano… De hecho algún estado norteamericano se niega a cambiar la hora, y el lío es fenomenal en un país atravesado por tres husos horarios. En todo caso, no se ganan ni se pierden horas, simplemente se desplaza hacia delante o hacia atrás el horario civil. Si el número de actividades “madrugadoras” consumidoras de energía es similar al número de actividades “transnochadoras”, el ahorro es nulo. Y los gráficos de Red Eléctrica no muestran ahorro alguno cuando se cambia la hora; en cuanto a los coches y la industria, su actividad es independiente de la hora a la que se diga que sale el Sol… O sea, que es una molestia, sí; pero es que, además, es inútil.
Además, por su posición geográfica España debería regirse por el huso horario que marca el meridiano de Greenwich, entonces, ¿por que no compartimos el huso horario en Reino Unido , Marruecos, Portugal y vamos una hora por delante en tiempo solar?
Es otra bobada más: Spain is different… El meridiano de Greenwich pasa por Londres y por… Castellón. O sea que sólo un pequeño sector de Inglaterra está al Este, y sólo un pequeño sector de España (básicamente Cataluña y Baleares, y pequeñas zonas de la Comunidad Valenciana) está al Este. Pero… ¡España tiene una hora más! Fue cosa de Franco, que en 1940 quiso alinearse con la Alemania de Hitler y no tener la misma hora que los malvados ingleses. Parece broma pero es histórico; desde entonces tenemos una hora más que la hora solar en invierno y dos en verano. Y eso es independiente de los cambios de hora. Lo suyo, lo racional, sería que tuviéramos la misma hora que Inglaterra, y que no cambiara en todo el año.