¿Cómo definiría el impacto global que ha supuesto la aparición de las vacunas frente a la Covid-19?
El desarrollo, aprobación y administración de vacunas COVID-19 en un plazo de menos de dos años constituye un hito en la historia de la medicina. El camino desde su desarrollo inicial, hasta su administración en campañas de vacunación masiva, se ha realizado en tiempo récord, pero lo más importante, sin atajos que comprometan su seguridad. El SARS-CoV-2 ha forzado a reinventar la manera en la que se desarrollan, autorizan y evalúan las vacunas, y ha estimulado la consolidación de plataformas tecnológicas innovadoras como el ARN mensajero, las proteínas recombinantes o los vectores virales.
Esto ha sido posible gracias al esfuerzo colectivo de los investigadores en vacunología e inmunología para el descubrimiento y desarrollo de las vacunas, de la salud pública en la implementación de las campañas de vacunación, así como de la colaboración con el sector farmacéutico, que ha dado lugar a numerosas iniciativas internacionales para impulsar el desarrollo de vacunas COVID-19 y su posterior despliegue a nivel mundial. Todo ello fomentado además por una apuesta económica sin precedentes.
Esta colaboración e inversión ha permitido que en los países desarrollados se haya alcanzado una notable cobertura vacunal (por ejemplo, la media de la UE está en torno a un 80%), sin embargo, estamos aún lejos de alcanzar estas cotas en países en vías de desarrollo, y esta desigualdad supone un problema terrible que va a frenar la minimización del impacto de la COVID-19 en nuestra economía y sociedad.
¿Qué iniciativas internacionales existen para superar esa desigualdad en el acceso a las vacunas en países menos desarrollados? ¿Se están realizando?
Fundamentalmente, la iniciativa COVAX, que es fruto de una amplia colaboración público-privada, con CEPI y Gavi a la cabeza, pero en la que también participan la OMS y UNICEF, entre otros. COVAX fue creado con el objetivo de garantizar que cualquier nueva vacuna contra el COVID-19 se comparta por igual entre los países más ricos y más pobres del mundo. La alianza lanzada en abril de 2020 por la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea y el Gobierno de Francia, y pronto se sumaron CEPI y Gavi para liderar la iniciativa.
Mientras la iniciativa COVAX apoya la búsqueda, desarrollo y producción de las vacunas (a través de contribuciones de los gobiernos de distintos países), una vez estas vacunas COVID-19 sean aprobadas por las autoridades sanitarias, los laboratorios se comprometan a venderlas a la alianza, en vez de venderlas a particulares o a estados de manera individual.
COVAX comenzó a entregar vacunas en febrero de 2021 con su primer envío a Ghana, en África, y a pesar de algunos problemas de suministro iniciales, poco a poco ha ido cogiendo ritmo, precisamente cuando los países financiadores (los países con mayor poder económico) ya han satisfecho sus demandas de vacunas y conseguido un gran porcentaje de cobertura vacunal.
Aunque COVAX no haya sido todo lo que se supone que debía ser, su valor es indudable. El 15 de enero llegaron oficialmente a los mil millones de dosis repartidas en todo el mundo. Además, la UE es el mayor contribuyente de dosis de vacunas a través de COVAX – 265M de los 1000 millones que se han donado vienen del continente europeo, incluyendo también donaciones por parte del gobierno español.
¿En qué consiste la plataforma COVIDRIVE en la que participa FISABIO?
COVIDRIVE es una iniciativa público privada que pretende, como objetivo principal, estimar la efectividad de las vacunas de la COVID-19 por marca de vacuna, a nivel europeo. Actualmente, COVIDRIVE cuenta con tres miembros públicos, incluyendo FISABIO, y ocho compañías farmacéuticas. Iniciamos las primeras discusiones sobre el proyecto en noviembre de 2020 y en junio 2021 dio el pistoletazo de salida. COVIDRIVE nació a partir de una plataforma ya existente para el estudio de la efectividad de las vacunas estacionales de la gripe, DRIVE, un proyecto amparado por la Comisión Europea que también coordinamos desde 2017 en el Área de Investigación en vacunas.
El Área de Investigación en Vacunas de FISABIO tiene un doble rol en el proyecto COVIDRIVE. Por un lado, FISABIO co-coordina el consorcio a nivel operacional y científico, interactuando con los miembros del consorcio y hospitales colaboradores. Por otro lado, FISABIO también participa en el estudio proporcionando datos a través de nuestra red de 4 hospitales, VAHNSI, con la que realizamos la vigilancia de las enfermedades infecciosas respiratorias en la Comunidad Valenciana. Esta red de hospitales, también coordinada por el AIV de FISABIO, es la que alimenta los estudios de COVIDRIVE, pero también otros proyectos europeos e internacionales.
¿Qué resultados están obteniendo?
COVIDRIVE no es un estudio de efectividad más para una región o país concreto en un momento específico, si no que es el primer estudio que hará un seguimiento constante, durante 2 años, de la efectividad de las vacunas a nivel europeo. Nuestro primer estudio, en concreto, se centra en la efectividad por marca de las vacunas de AstraZeneca y Janssen en prevenir la hospitalización por COVID-19. Para ello, COVIDRIVE ha establecido una red hospitalaria europea que cuenta con más de 50 hospitales de 13 países europeos.
El estudio lleva funcionando desde septiembre en España, Italia y Bélgica y esperamos los primeros resultados de efectividad para la vacuna de AstraZeneca a finales de mayo. Además, otros objetivos del proyecto COVIDRIVE son, por ejemplo, estimar la efectividad de estas vacunas contra las diferentes variantes del SARS-CoV-2, determinar cómo evoluciona la efectividad en el tiempo para poder evaluar la duración de la protección conferida por las vacunas o estimar la efectividad en grupos de población de interés, como pudieran ser embarazadas, inmunocomprometidos (pacientes de cáncer, enfermedades autoinmunes…) o personas con condiciones crónicas o factores de riesgo.
¿Cómo serán las vacunas de segunda generación contra esta enfermedad? ¿Podrán impedir el contagio?
Aunque es un término que no me parece del todo acertado, el concepto de vacunas de segunda generación es útil para diferenciar estas vacunas que han tardado un poco más en su desarrollo y autorización, y que van a tener objetivos distintos a las vacunas que consideramos de primera generación.
De estas vacunas de “segunda generación”, y en lo respectivo a la Unión Europea, recientemente se aprobó la vacuna de Novavax (basada en proteína recombinante) y actualmente tenemos bajo revisión por la Agencia Europea del Medicamento las vacunas de Sanofi Pasteur/GSK (también basada en proteína recombinante) y Valneva (basada en virus inactivado completo).
En primer lugar, estas vacunas ayudarán a reforzar las respuestas inmunitarias de aquellos grupos de población más vulnerables mediante su uso como dosis de refuerzo o de recordatorio.
Como valor añadido, algunas (que no todas) de estas vacunas de “segunda generación” muestran potencial para generar una respuesta inmunitaria esterilizante más significativa que las disponibles actualmente, por lo que sí contribuirían a generar una protección más efectiva contra la transmisión.
Las vacunas COVID-19 se han mostrado muy efectivas contra las manifestaciones severas del COVID-19, pero como hemos visto recientemente con la variante Omicron, los vacunados todavía son capaces de infectarse y contagiar el virus. Algunas de las vacunas de segunda generación que podrían ver la luz en los próximos meses, son vacunas intranasales que generan una respuesta inmunitaria más fuerte en las zonas de las mucosas (vías aéreas superiores, véase nariz y garganta, donde se acumula el virus de manera más efectiva y de donde sale disparado con nuestros aerosoles aumentando la probabilidad de contagio) tienen el potencial de bloquear la transmisión, a diferencia de las vacunas inyectadas intramuscularmente, que generan una respuesta inmunitaria más sistémica.
Así mismo, estas vacunas van a ser claves para que países que se encuentran más retrasados en sus planes de vacunación nacionales tengan una mayor disponibilidad de dosis y de alternativas para vacunar a su población (también ampliando el abanico de vacunas disponibles, se puede asegurar un mayor suministro de vacunas, y los precios serán más competitivos a la larga), lo cual facilitará un reparto más eficiente y equitativo de las vacunas globalmente
¿Qué le diría a una persona que todavía tenga dudas sobre vacunarse o ponerse la dosis de refuerzo?
La decisión de vacunarse o no vacunarse es personal, pero los datos científicos disponibles hasta el momento apoyan el uso de la vacunación para prevenir los síntomas más severos de la COVID-19, incluida la hospitalización. Ninguna intervención médica es totalmente efectiva, ni carece de riesgos (aunque sean mínimos), pero lo que sí está claro es que, hasta el momento, el balance beneficio/riesgo de las vacunas COVID-19 se muestra muy favorable al beneficio. Para aquellos preocupados por los potenciales efectos secundarios de las vacunas, simplemente comentar que las probabilidades de estos efectos secundarios son infinitamente menores que las de contraer algún efecto negativo a largo plazo, ser hospitalizado o incluso fallecer, al contagiarse de SARS-CoV-2 sin estar vacunado. Es una cuestión de pura estadística.
Sobre las dosis de refuerzo, a corto plazo deberían haberse dirigido únicamente a la población más vulnerable (personas mayores o con condiciones de riesgo), y centrarnos en la vacunación más allá de nuestras fronteras, es decir, en aquellos países que tienen una cobertura vacunal muy baja (normalmente países en vías de desarrollo, en los que aumentan drásticamente las probabilidades de aparición de nuevas variantes SARS-CoV-2). A largo plazo, cuando las vacunas COVID-19 se vayan reformulando para las nuevas variantes y la efectividad de las vacunas frente a la hospitalización decaiga con el tiempo, es cuando se deberían haber implantado las dosis de refuerzo para la población general, y no solo la vulnerable.
Vídeo completo de la conferencia ‘Vacunas COVID-19: la última frontera’ en el canal Youtube de la Ciutat de les Arts i les Ciències