El director del Oceanográfico, Pablo Areitio y el coordinador del Área de Investigación del Oceanográfico, Manuel Castellote, han presentado hoy los resultados del estudio de los sonidos en la comunicación de belugas 2003-2007 que han permitido obtener un conocimiento detallado del comportamiento acústico de las dos belugas mantenidas en el Oceanográfico.
Pablo Areitio ha resaltado que uno de los principales objetivos del Oceanográfico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias es la investigación por lo que “desde sus inicios se llevan a cabo diferentes programas de investigación y conservación en colaboración con universidades e instituciones de ámbito nacional e internacional”.
Respecto al estudio bioacústico en belugas, Pablo Areitio ha explicado que “en líneas generales el análisis de la comunicación mediante sonidos y comportamiento asociado de las belugas del Oceanográfico contribuye a aumentar las nociones sobre la biología de esta especie y puede ayudar a establecer nuevas estrategias para su conservación en el medio natural”.
En este sentido, el director del Oceanográfico ha afirmado que “la contaminación acústica y su impacto en la comunicación de las belugas sigue una tendencia creciente” por lo que ha añadido que “los resultados de este proyecto pretenden servir de apoyo para afrontar esta problemática medioambiental tanto por los conocimientos adquiridos sobre la importancia de la comunicación de las belugas adultas y sus crías, como por la descripción de las características de la transmisión de estos sonidos”.
Por su parte, el coordinador del Área de Investigación, Manuel Castellote ha detallado que se ha observado una elevada producción de sonidos y que el repertorio de sonidos obtenido contiene un total de 32 tipos de sonidos “siendo uno de los más completos descritos y el más elevado de los publicados hasta la fecha”. De este modo, ha continuado “se han identificado 6 categorías que han permitido clasificar el 97% de todos los sonidos registrados”.
Manuel Castellote ha manifestado que la interpretación de los resultados de la primera etapa del proyecto (2003-2006), así como los estudios de la cría, “permiten concluir que la actividad vocal de las belugas juega un importante papel biológico y por tanto ha de tenerse en cuenta como una función vital para la supervivencia de esta especie”.
En este sentido, Castellote ha asegurado que la descripción de variaciones en la producción de sonidos “podría ser utilizada como medida indirecta del bienestar en belugas. En contextos de posible estrés, la actividad acústica se reduce drásticamente y permanece en niveles muy reducidos durante el periodo de adaptación y recuperación lo que demuestra que la comunicación por sonidos es muy sensible a cambios en el medio, por lo que esta circunstancia podría ser utilizada como herramienta de diagnosis”.
“Asimismo, la relación con el comportamiento”, ha añadido Castellote “ha demostrado que existen sonidos asociados a comportamientos, como los relacionados con la exploración y la interacción con los visitantes o entrenadores, y sonidos únicos de cría de belugas lo que indica un grado de complejidad elevado en la comunicación de esta especie, superior al de otras especies de delfínidos bien estudiadas como el caso del delfín mular o la marsopa común”.
Un biosónar único
Manuel Castellote ha destacado que los resultados de la segunda etapa (2006-2007) “han permitido identificar por primera vez que los sonidos del sónar de las belugas se originan en dos puntos diferentes de su cabeza de manera simultánea”, lo que según Castellote “abre nuevas vías de estudio acerca de la producción de sonidos y eficacia del biosónar en delfínidos, puesto que al existir dos fuente sonoras, el animal tiene una mayor capacidad de control en la emisión de estos sonidos”.
Por otra parte, el estudio también ha permitido demostrar que las belugas presentan una capacidad auditiva muy desarrollada, altamente sensible a sonidos en un amplio rango de frecuencias y que les permite localizar con gran precisión el origen del sonido. “Esta capacidad se concentra en la punta de la mandíbula inferior lo que hace que la recepción del sonido se haga principalmente hacia la dirección hacia donde apunta el rostro del animal. Esta característica es única los delfínidos ya que hasta ahora la zona de máxima capacidad auditiva en delfines estaba descrita en los laterales de la mandíbula”, ha explicado Castellote.
El estudio de sensibilidad acústica demuestra que las belugas son capaces de escuchar sonido entre los 10 y los 100 kHz, con muy buena sensibilidad entre los 25 y los 80 kHz (el hombre oye entre 0,02 y 20 kHz). En este sentido, Castellote ha afirmado que “muchas de las actividades humanas en el Ártico emiten sonidos dentro de este rango de sensibilidad como por ejemplo algunos equipos de buques mercantes, las hélices de buques rompehielos, las prospecciones en busca de yacimientos petrolíferos o los rádares de pesca, por lo que estas actividades afectan muy negativamente a la supervivencia de las belugas”.
Proyectos internacionales
Otro de los aspectos de este proyecto se refiere a la detección de belugas en su medio natural por medio de la acústica. Los detectores que actualmente se comercializan para delfín mular y marsopa común fueron configurados en base a los resultados de la primera etapa del proyecto y se adaptaron a las belugas. Tras demostrar en el Oceanográfico la capacidad de estos aparatos para detectar la presencia de estos animales, la siguiente fase fue mostrar su eficacia en el Ártico.
El Oceanográfico ha iniciado colaboraciones a nivel internacional para realizar pruebas en la región ártica. Se han fondeado estos equipos en el archipiélago de Svalbard (Noruega) en colaboración con el Instituto Polar de Noruega; en Alaska en colaboración con la National Oceanographic and Atmospheric Administration de EEUU, y en el mar blanco en colaboración con la Academia de Ciencias Rusa. Análisis preliminares de estos resultados demuestran que estos equipos son de gran utilidad para estudiar la distribución y uso de hábitat de las belugas en zonas remotas donde no es posible permanecer para efectuar trabajos de campo.