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José Manuel Grandela: «Neil Armstrong nunca se hubiese dado por vencido. Y así fue»

José Manuel Grandela ha visitado esta semana el Museu de les Ciències para impartir la conferencia 'Una breve  historia de la exploración en Marte' dentro del ciclo sobre astronomía. Con tan solo 23 años fue testigo directo de la histórica frase “Houston, aquí base tranquilidad. El águila ha aterrizado» que pronunció Neil Armstrong cuando el Apollo 11 pisó la Luna y es uno de los  divulgadores científicos de referencia en exploración espacial. De la Luna ahora miramos a Marte cuyas huellas sobre la superficie «nos inclinan a pensar que donde hubo agua, hubo vida» señala. 

– En 2019 se cumplen 50 años del pequeño gran paso. Se lo habrán preguntado muchas veces, pero… cuéntenos ¿cómo vivió aquella noche de julio de 1969 en Fresnedillas? 

Efectivamente, me lo han preguntado muchas veces, y la respuesta suele defraudar, porque ninguno de quienes participamos en aquellos hechos tuvimos tiempo para hacer disquisiciones filosóficas sobre el alcance de la evidente hazaña conseguida en nombre de la Humanidad.  La noche del 20 al 21 de julio de 1969, el equipo técnico de Fresnedillas repetíamos una vez más lo que veníamos haciendo desde meses atrás, siguiendo las mismas pautas, ejecutando los mismos pasos según lo previsto y estudiado cientos de veces. Sólo teníamos ojos y oídos para escrutar ávidamente las indicaciones que mostraban nuestros equipos, comprobando que los valores aritméticos o eran exactos, o estaban dentro de un margen aceptable. Cada técnico formábamos un indisoluble tándem con nuestro equipo, como si fuéramos dos entes en uno solo, y ése era nuestro único mundo en esos momentos, que no era poco.

El momento para reflexionar sobre el conjunto de la labor felizmente desarrollada en Fresnedillas, llegó cuando, una vez aterrizado el módulo lunar “Águila”, en la Luna con sus dos visitantes terráqueos, desapareció por nuestro horizonte de poniente, siendo entonces relevados por la estación norteamericana de Goldstone, en California. Los corresponsales de prensa, radio y televisión allí presentes en Fresnedillas, fueron quienes describieron y divulgaron como una notoria gesta, la profesionalidad, eficacia y temple de nervios del equipo técnico español de NASA-INTA. Quizás fue entonces cuando empezamos a percatarnos de que habíamos sido –no sólo testigos de primera fila-, sino afortunados participantes en la mayor hazaña colectiva en toda la Historia de la Humanidad.

– Desde allí controlaban la misión, escuchaban hasta los latidos de los astronautas. ¿Qué pasó para que Armstrong condujera de forma manual y cambiará el lugar del aterrizaje?

Uno de nuestros equipos tenía la importante misión de registrar los electrocardiogramas y electroencefalogramas de la tripulación segundo a segundo. Y no les quitábamos ojo, tanto cuando dormían, como cuando debían acometer alguna orden recibida en Fresnedillas desde Houston, que cambiara el rumbo de las naves “Columbia” y “Águila”. A pesar del largo y duro entrenamiento recibido por Armstrong, Aldrin y Collins, las plumillas que garrapateaban con tinta china sus constantes vitales, se desbocaban en determinados momentos críticos. Pero no eran ellos solos, porque los controladores en tierra nos preguntábamos a veces si no estábamos más nerviosos que nuestros compañeros de allá arriba. Cada uno tenía su responsabilidad, y la nuestra pesaba como el plomo. Por otro lado, no es cierto que Armstrong cambiara el lugar del aterrizaje, sino que lo estuvo buscando infructuosamente, porque la superficie que él y Aldrin tenían a la vista no se parecía en nada a la de las fotos obtenidas por el Apollo X dos meses antes, y que habían elegido y memorizado como las idóneas para el primer alunizaje. Armstrong optó entonces por desconectar el piloto automático y hacerse con el “joystick” manual en busca de una superficie lisa y carente de rocas, que permitiera el alunizaje suave del módulo “Eagle” (Águila).

Aquel vuelo casi rasante, se nos hizo eterno a todos, tanto que el Control de Houston, a través de Fresnedillas, les apercibió de que apenas les quedaban tan sólo 30 segundos de combustible. Y ese era todo el que tendrían para alunizar y luego despegar para iniciar el retorno a nuestro planeta. De todos es sabido que la maestría de Armstrong salvó la misión, que tan cerca estuvo de ser abortada por Houston. Quienes conocíamos la ejecutoria de Neil Armstrong, sabíamos que él nunca se hubiese dado por vencido. Y así fue.

– ¿Ha visto la película “El primer hombre”? ¿Qué le parece? 

Sí, claro, y no exagero si digo que la he visto ya tres veces. Y la veré más veces porque su contenido, especialmente el dedicado a la vida profesional de Neil Armstrong en la NASA, es una réplica muy aproximada de lo que vivió y sufrió Neil Armstrong  hasta que puso el pie en la Luna.  Por otro lado, mi participación en el vuelo Apollo XI desde la Estación de Seguimiento Espacial de Fresnedillas (Madrid), fue muy intensa a la vez que emocionante, y aquellos ocho días de julio de 1969 quedaron grabados a fuego en mi memoria y en mi espíritu. No es de extrañar que me sienta realizado cada vez que veo la proyección de “El primer hombre”.

– Ahora todos miran hacia Marte. ¿La exploración robótica es nuestro mayor éxito en el planeta rojo? 

Por descontado. Gracias a los robots enviados al planeta “rojo” desde 1960, en sus modalidades de sondas, orbitadores, aterrizadores (landers) o vehículos todo terreno (rovers), nuestro planeta vecino ha hecho añicos los mitos centenarios que nos hablaban de vastas zonas arbóreas y de canales fabricados por seres inteligentes, como aseguraron obstinadamente en 1877 el astrónomo italiano Schiaparelli, y posteriormente en 1909 el astrónomo norteamericano Percival Lovell.  Desde 1960, en que la Unión Soviética se estrenó enviando el Mars 1 a Marte, un total de 54 ingenios de variada función y propósito han intentado romper el velo del mito o la leyenda que envolvía a Marte, para contarnos la verdad dura y pura del Marte desértico real.
Hoy por hoy, la mayor parte de los lanzamientos han fracasado por distintas razones, tanto los de la URSS como los de los EE.UU., o de la ESA. No obstante los robots supervivientes siguen haciendo las delicias de los astrónomos y geólogos, porque reciben información de primera mano y en exclusiva. Hasta que el primer equipo de humanos pise Marte, allá por el año 20.., no obtendremos una información superior. Habrá que esperar.

– ¿Qué nos han enseñado? 

Lo primero y más buscado por todos los experimentadores, es encontrar evidencia de vida. Bueno, pues no hay vida, ni siquiera a nivel microbiológico. Grandes desencantos se han ido llevando los exobiólogos que durante décadas han diseñado mini laboratorios que tamizaran la arena marciana en busca del menor vestigio de vida, aunque fuera en estado fósil.  De todas formas, los arañazos en la superficie, clara huella del antaño correr de caudalosos ríos por diferentes áreas del planeta rojo, nos inclinan a pensar que donde hubo agua, hubo vida. Al menos esa es la máxima válida en nuestro planeta Tierra. Por lo demás, sabemos que sus tormentas huracanadas apenas tienen consistencia física, dada la liviandad de la finísima arena. También se ha medido el nivel de radiación, imprescindible para proteger debidamente a los seres humanos que en su día aterricen en el planeta vecino. Nos han enseñado la ausencia casi total de oxígeno, y en cambio un elevado porcentaje de CO2. Es decir, que jamás podremos respirar sin la pertinente ayuda y suministro del irremplazable “oxígeno”.

– ¿Cuántos robots hay actualmente en Marte? ¿Cómo se pueden mantener en activo tantos años, tienen 'achaques'? 

Actualmente hay 15 satélites orbitando el planeta, como el Mars Odyssey de la NASA o el Mars Express de la ESA; 5 laboratorios fijos en la superficie, como el InSight de la NASA, que aterrizará el próximo 26 de noviembre; y 4 vehículos todo terreno como el Curiosity y el Spirit, dentro del programa Mars Science Laboratory.

– ¿Cuáles son los próximos en llegar a Marte? 

El InSight de la NASA tiene anunciado su aterrizaje el próximo 26 de noviembre del actual, e inmediatamente se pondrá manos a la obra taladrando la superficie con la pretensión de encontrar hielo a poca profundidad. Y si el hielo aparece, abrirá las esperanzas a la presencia humana en el planeta rojo, ya que con agua se puede vivir, y sin agua no. El siguiente reto en conocer mejor Marte, nos lo proporcionará el vehículo todo terreno (rover) de la NASA Mars 2020 Rover, que en 2020 llevará en sus entrañas siete instrumentos muy sofisticados, que circularán por diferentes lugares, siguiendo las instrucciones que sobre la marcha le envíen los geólogos especialistas que los diseñaron.

– La NASA empieza a asumir la pérdida del rover Opportunity, tras meses de silencio, ¿puede haber alguna esperanza? 

El todo terreno (rover) Opportunity, que ya ha cumplido los quince años de servicio, guarda silencio desde el pasado 10 de junio, a causa de una tormenta de polvo. Las previsiones (más bien deseos) de los especialistas, es que los últimos coletazos de la misma tormenta, que ha cegado prácticamente los paneles solares, sean ahora quienes soplen el polvo y permitan que la luz solar llegue de nuevo a recargar las baterías. Tanto el Opportunity como su gemelo el Spirit, diseñados para durar 90 días en la superficie marciana, han excedido con creces todas las expectativas, a pesar de la aparición de las tormentas endémicas en el riguroso invierno marciano. Las estaciones de control de la NASA, como la Robledo de Chavela en Madrid, siguen transmitiendo órdenes al Opportunity en diferentes frecuencias, esperando una fugaz respuesta que les facilitaría el tomar de nuevo el control del vehículo y poner en marcha de nuevo.

– Su gran pasión en la astrofilatelia, donde también es un experto reconocido y narra la historia de la exploración aeroespacial a través de sellos. ¿Cuál es su mayor tesoro? ¿Qué conquista espacial cree que merece ya un sello? 

En mi colección filatélica no hay un sello que tenga en exclusiva el calificativo de “tesoro”. Todos y cada uno de ellos fueron emitidos en homenaje a un logro humano en la investigación del Espacio, y estos han sido muchos desde el Sputnik 1 (4/oct/1957) hasta el Insight que está a punto de arribar a Marte. No obstante, merecen un respeto especial los sellos que homenajean a los astronautas o cosmonautas (que es lo mismo) que perdieron la vida en pruebas y ensayos en tierra, o navegando por el océano cósmico.  Pero sin duda merecen, y tienen un sitial de honor, los sellos que nos recuerdan que ahora hace medio siglo, unos norteamericanos del Programa Apollo pusieron su pie en la Luna, y lo hicieron en paz y en nombre de toda la Humanidad. Y como yo lo viví profesionalmente en directo desde las filas de la NASA, su valor emotivo es especialmente entrañable para mí.
Aunque el ciudadano de a pie no lo sabe, una colección filatélica es un acto notarial, vistoso y gráfico, que nos recordará siempre cuándo, cómo, dónde y porqué una sonda, satélite o nave conquistó un nuevo hito en la evolución del saber humano. 
 

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