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“El Sol es imprescindible para nuestra vida en la Tierra”

Julián Blanco Rodríguez (Salamanca) es Doctor en Física Solar por la Universidad de Göttingen (Alemania), ha realizado estancias post-doctorales en Göttingen y Porto (Portugal). Es investigador de la Universitat de València. Realiza regularmente campañas de observación en los principales telescopios solares europeos.

José Luis Gasent Blesa (Llíria, Valencia) es ingeniero de Telecomunicación (UPV) e investigador de la Universitat de València. Se dedica a la gestión de proyectos para el desarrollo de instrumentación espacial en misiones de física solar y de astrofísica de altas energías. 

En la conferencia repasarán cómo es el Sol y lo que conocemos de él para pasar a hablar posteriormente de cómo se observa el Sol desde la Tierra y la importancia de no conformarse sólo con las observaciones terrestres, que tienen muchas limitaciones. Además, explicarán algunos de los proyectos en los que colaboran desde su grupo de investigación: SUNRISE y Solar Orbiter, y en concreto de uno de sus instrumentos, SO/PHI, en el que están trabajando actualmente.

Después de la charla, el Museu de les Ciències y la Asociación Valenciana de Astronomía ofrecerán una observación de cúmulos de estrellas.

¿Cuáles son los conocimientos más relevantes que se han descubierto sobre el Sol?

Las primeras y fundamentales bases del conocimiento solar son su composición y cómo produce su energía. En base al estudio de la luz del Sol descubrimos que está compuesto de Hidrógeno, en aproximadamente un 70%, de un 20% de Helio y de otros elementos más pesados en menor proporción. Conseguir entender la generación de energía en el Sol fue uno de los momentos más importantes para la física solar, estelar y cuántica. Entender que lo que ocurría en el Sol es que la altísima presión en su centro permite que los núcleos de Hidrógeno superen la repulsión electrostática y se fusionen, dando lugar a ingentes cantidades de energía fue un hito muy importante. De igual manera, fue crucial el hecho de encontrar que el Sol tiene una actividad cíclica, que es más evidente en el número de manchas presentes en su superficie. Se ha relacionado el nivel de actividad solar con cambios en el clima terrestre. Uno de los casos más característicos es el conocido como Mínimo de Maunder, un período a finales del siglo XVII donde apenas se registraron manchas solares (el número de manchas solares es indicativo del nivel de actividad solar, a más manchas, más actividad) y coincidió con una época que se llamó «la pequeña glaciación», por tener largos períodos de temperaturas muy bajas.

¿Se podría vivir sin Sol?

No, el Sol es imprescindible para nuestra vida en la Tierra. Hace falta el Sol, o alguna clase de estrella cerca del planeta para tener energía, temperatura, luz, … Cosas básicas para la vida tal y como la entendemos. Pero si no se puede vivir sin él, tampoco con él para siempre. Cuando se vaya haciendo mayor, llegará un momento en el que pasará a otro estado de su evolución. Cuando agote el hidrógeno que está quemando ahora en el núcleo, empezará a quemar helio para continuar brillando. Pero al llegar a ese momento, el Sol se expandirá mucho, y sus capas exteriores llegarán hasta más allá de la Tierra, lo que significará que para ese momento la vida en la Tierra no será posible.

¿Sabemos bien qué es el Sol y cómo afecta a nuestra vida?

La astrofísica y la física solar son ciencias observacionales. Esto quiere decir que no tenemos a mano nuestros objetos de estudio para hacer experimentos con ellos como sí pueden hacer otras ramas de la ciencia. Nosotros nos tenemos que conformar con estudiar a distancia los fenómenos del cosmos, principalmente en base a la luz. En el caso del Sol, podemos realizar además observaciones in-situ, es decir estudiar algunas partículas en satélites u observatorios especiales en la Tierra. Estas partículas serían protones, electrones, núcleos de Helio, neutrinos, etc. Con esta información (luz y estas partículas) es con lo que tenemos que estudiar el Sol. Nuestro conocimiento del Sol es bastante avanzado, aunque aún nos queden algunas partes importantes por completar. Sabemos cómo funciona la generación de energía en su interior, cómo está estructurado en diferentes capas, cómo se transporta la energía a través de esas capas… Conocemos en gran medida la evolución y dinámicas del material que lo forma y del campo magnético que alberga y su interacción mutua. A través de estudios multidisciplinares, entendemos cómo ha cambiado el Sol a lo largo de su ciclo vital y cómo cambiará en el futuro hasta el fin de su vida.

El Sol afecta a nuestra vida diaria en incontables formas. Lo más básico y evidente es la luz y el calor que proporciona a nuestro planeta, al igual que la atracción gravitatoria que ejerce, manteniéndonos en la órbita que todos conocemos. La energía que nos llega del Sol a la distancia que está la Tierra permite que las temperaturas no sean demasiado frías como para que haya agua líquida y los organismos vivos se desarrollen ni excesivamente calientes como para hacer imposible la vida. 

¿Qué es la misión Solar Orbiter y qué va a suponer?

Solar Orbiter es una misión de la ESA con colaboración de la NASA que consiste en un satélite con 10 instrumentos, desarrollados principalmente en diferentes países europeos. Algunas de las particularidades de la misión son que se acercará mucho  al Sol y permitirá estudiar los polos del Sol desde una perspectiva imposible desde la Tierra, por la posición en la que se encontrará. Además, la combinación de esos 10 instrumentos permitirá estudiar fenómenos del interior del Sol y el flujo de partículas que emite y que recogerá el satélite.

La misión en sí tiene muchas dificultades y riesgos tecnológicos, puesto que el satélite se va a acercar muchísimo al Sol y debe estar bien protegido para no sufrir las consecuencias. Solar Orbiter pasará de estar aproximadamente en la órbita de Mercurio a llegar casi hasta la de la Tierra, con el impresionante cambio de condiciones y temperaturas que esto significa. Por último, esta órbita y estas condiciones implicarán que en determinadas épocas el satélite no pueda transmitir los datos de las observaciones a la Tierra, sino que tenga que guardarlos a bordo hasta que se puedan descargar, funcionando de forma autónoma.

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