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La Bobina de Tesla del Museu provoca arcos eléctricos de más 1 metro y 750.000 voltios

La Bobina de Tesla fue creada originalmente para hacer realidad una de las obsesiones del genial Nikola Tesla: transmitir corrientes eléctricas sin utilizar cables; por desgracia nunca lo consiguió. Actualmente se usa para generar elevadas tensiones necesarias para producir arcos eléctricos de más de 1 metro. Es además la base de numerosas aplicaciones posteriores como la generación de rayos X pero es igualmente destacable su utilización lúdica para espectáculos y ambientaciones futuristas, y un potente recurso didáctico: en el Museu de les Ciències, los visitantes pueden observar en directo sus electrizantes arcos de 750.000 voltios en el Teatro de la Electricidad, una instalación que completa la exposición 'Nikola Tesla. Ideas como relámpagos' ubicada en la primera planta del Museu de les Ciències.

Hay sesiones a lo largo de todo el día (11:00/12:00/13:00/15:00/16:00/17:00/ fines de semana también a las 18:00 h) y forma parte de los contenidos incluidos en la entrada general del Museu de les Ciències. En el Teatro de la Electricidad un divulgador científico realiza ante el público divertidas experiencias en torno a la electricidad.

La Bobina de Telsa está instalada dentro de una jaula porque ésta actúa como una barrera física que nos protege de los arcos eléctricos. Al ser metálica, es buena conductora de la electricidad. Cuando el arco eléctrico choca contra la jaula, las cargas fluyen por un cable hasta la tierra que hay debajo del Museu, y allí se disipan. Aunque no los veamos, la jaula también nos protege de los poderosos campos electromagnéticos creados por la Bobina de Tesla: éstos son capaces de encender tubos fluorescentes a más de 15 metros.

Entre tormentas y pelos de punta

Entre las curiosidades de este taller es que el público no solo ve y escucha el fenómeno de la electricidad, también puede olerlo. Cuando se produce un rayo, el aire se calienta en una fracción de segundo hasta unos 28.000 ºC, una temperatura que es cinco veces la de superficie del Sol. El rápido calentamiento hace que el aire literalmente explote produciendo una onda expansiva: el trueno. Nuestros rayos se generan mediante el mismo proceso con una enorme diferencia de potencial. Los visitantes pueden ver el arco eléctrico, escuchar el atronador sonido y percibir el característico olor a ozono, que les recordará el olor de un tormenta cuando se acerca.

Otra de les experiencias del Teatro de la Electricidad es poner los pelos de punta a los voluntarios más valientes. Con un generador Van de Graaff se logra cargar a una persona aislada. Como las cargas del mismo signo se repelen, los pelos de la voluntaria tienden a separarse. Al ser tan ligeros se ponen literalmente de punta. Este generador puede cargar a una persona hasta 200.000 voltios, que es un voltaje enorme, si pensamos en en nuestros hogares tenemos 220 voltios. La persona voluntaria se encuentra aislada, si no estuviera sobre el taburete de plástico al encender el Van der Graaff, las cargas pasarían a través de ella al suelo y le daría la corriente.

 

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