El 24 de septiembre de 1905 nacía en la localidad asturiana de Luarca el bioquímico español Severo Ochoa de Albornoz, Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Dicho galardón lo obtuvo en 1959 junto a su discípulo Arthur Kornberg por sus descubrimientos del mecanismo en la síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN) y el ácido desoxirribonucleico (ADN), base de las modernas investigaciones sobre biología molecular y los estudios sobre el cáncer.

Ochoa estudió Medicina en Madrid y se doctoró en 1929. Dos años después se casó con Carmen García Cobián. En 1933 viajó por primera vez al extranjero, concretamente a las universidades de Heidelberg, en Alemania, y Glasgow, en Gran Bretaña, para ampliar sus estudios. Posteriormente, regresaría a Madrid, aunque por poco tiempo, ya que al estallar la guerra civil española, en 1936, abandonó de nuevo España para proseguir con sus investigaciones en Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos, donde adquirió junto a su mujer la nacionalidad norteamericana en 1956. Durante aquellos años, realizó investigaciones sobre farmacología y bioquímica que le valieron la prestigiosa medalla Bewberg en 1951.

En 1955 publicó, junto con la bioquímica francorrusa Marianne Grunberg-Manago, el aislamiento de una enzima del colibacilo que cataliza la síntesis de ARN, el intermediario entre el ADN y las proteínas, conocida como la enzima ARN-polimerasa. En 1956, el norteamericano Arthur Kornberg demostró que el ADN se sintetiza igualmente mediante su polimerasa. Ambos hallazgos supusieron un avance enorme, pues gracias ellos podía llevarse a cabo el desciframiento del código genético mediante análisis estadístico de frecuencias, tal como se descifran otros códigos y lenguajes desconocidos. El fallecimiento de Severo Ochoa se produjo en noviembre de 1993, en Madrid.

‘El legado de la Ciencia’

La segunda planta del Museo alberga una exposición permanente, ‘El Legado de la Ciencia’, que rinde homenaje al profesor Severo Ochoa, junto a otros dos Premios Nobel, el también español Santiago Ramón y Cajal, y el francés Jean Dausset.

De todos ellos, se realiza un recorrido cronológico, mostrando su vida y la evolución de sus investigaciones.

El legado del científico asturiano está compuesto por diplomas, nombramientos, placas, medallas, objetos representativos y distinciones honoríficas, entre las que destaca la medalla del Premio Nobel, además de cartas particulares, informes científicos, cuadernos de laboratorio y notas de trabajo, libros, fotografías, audiovisuales, numerosos documentos autógrafos sobre distintos temas científicos e incluso la vestimenta utilizadas en sus investiduras como Doctor Honoris Causa en más de 40 universidades españolas y extranjeras, como Salamanca, Granada, Oviedo, Oxford, Brasil o Michigan.