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María Teresa Miras-Portugal: ‘Seguimos con la misma falta de previsión para encajar la vida privada y familiar con la investigación de alto nivel y muy exigente»

De niña su padre le regalaba muchos libros, entre ellos, recuerda especialmente 'El desierto viviente', una versión escrita del primer documental filmado sobre la naturaleza. Desde entonces,  cree que los desiertos 'son solamente aquello que desconocemos'. Maria Teresa Miras-Portugal ha dedicado su vida a conocer cómo funciona nuestro cerebro y avanzar hacia un mayor conocimiento de  'la neuroprotección' : las respuestas de defensa de las propias neurones para restaurar el correcto funcionamiento de la célula, evitando su muerte. Este martes dia 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, imparte una conferencia en el Museu de les Ciències y con ella hemos hablado de conciliación, mujeres y ciencia, la capacidad del sistema nervioso de autorrepararse, enfermedades como el Alzheimer o cómo la actividad  ('los paseos tranquilos en las maravillosas playas valencianas') y las ganas de vivir son buenas compañeras de viaje para los mayores ya que 'no hay fármacos milagrosos en la demencia senil'. Y lo que 'está prohibido es la soledad y aburrirse. ¡Hay que sentirse vivos!'. 

Participa este martes 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, en el ciclo de divulgación 'Mujeres de ciencia' del Museu de les Ciències, en el que destacadas científicas e investigadores cuentan cómo ha sido su trayectoria y las dificultades que han podido encontrar en sus carreras ¿Cómo es su experiencia en este sentido?

Ha sido una experiencia muy dura, pero muy gratificante, y me considero una superviviente. He tenido que enfrentarme a los problemas por duplicado, ya que no solamente tenía que demostrar mi valía en el campo profesional de la docencia  y de la investigación, sino también sacando adelante a mi familia, ya que tengo dos hijos. Compaginar la exigencia de una investigación de calidad en ciencias de la vida y la salud, que requiere de largas jornadas en el laboratorio, con la escasez y falta de guarderías, o su elevado coste, era en algunas ocasiones desesperante. Realmente somos un país que jamás ha pensado en términos biológicos de las realidades del ser humano, y la necesidad de una conciliación entre trabajo y vida familiar. Quizás sea esa la razón por la que las científicas de este país han/hemos tenido muy escasa descendencia.  Pero ya entrados en el siglo XXI sigue siendo un problema que tendría que haber sido resuelto.

¿Qué consejo daría a los que inician hoy sus carreras científicas y en especial a las mujeres que lo hacen?

 Lo primero de todo es ser consciente de que la investigación científica es un camino difícil y hay que estar convencidos de que se desea apasionadamente. El transcurrir del tiempo reduce el entusiasmo y hay que volverse muy racional. El problema es que seguimos con la misma falta de previsión para encajar la vida privada y familiar con la investigación de alto nivel y muy exigente, cuando se trata de ciencias experimentales. Alguna vez he bromeado al respecto sugiriendo que las mujeres, teníamos que dedicarnos a las matemáticas, a la física teórica o a otras investigaciones donde te puedes llevar el trabajo a casa y solo necesitas tus neuronas.

¿Cómo surge su vocación científica?

 Desde muy pequeña me entusiasmaban los animales y las plantas, tal vez por el hecho de haber nacido y crecido en un pueblo con bosques y ríos, todo un paraíso lacustre en mi Galicia natal. Por otra parte mi padre fomentaba esa curiosidad con todo tipo de libros y enciclopedias con muchas imágenes y dibujos. Recuerdo uno en especial que marcó el antes y el después, se trataba del libro titulado –El desierto viviente- , que era la versión escrita del primer documental filmado sobre la naturaleza. Desde entonces creo firmemente que los desiertos son solamente aquello que desconocemos.

 ¿Qué le llevo a dedicarse a la neurociencia y especializarse en enfermedades neurodegenerativas?
 
Cuando finalicé los estudios de farmacia, en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1971, tenía la firme decisión de dedicarme a la investigación en el área de la Bioquímica. Me aceptaron para realizar la tesis doctoral en la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo, Francia. Una vez allí, entre las muchas posibilidades tuve la suerte de ser admitida en el Centro de Neuroquímica, que era y es uno de los más prestigiosos  y más internacional del país vecino. Empecé trabajando en la síntesis de neurotransmisores conocidos como catecolaminas, esenciales en el funcionamiento del sistema nervioso central y periférico. Era pura ciencia básica. Y considero que sin ese conocimiento básico profundo del funcionamiento del sistema nervioso es una utopía pretender resolver ninguno de los problemas de su mal funcionamiento, o lo que conocemos como enfermedades neurodegenerativas. Por lo tanto la comprensión de las enfermedades neurodegenerativas y la posibilidad de su tratamiento de reparación, o de paliar y mitigar sus efectos secundarios, depende absolutamente de conocer la complejidad básica del sistema. 

¿Cuál ha sido el avance más importante en los últimos años para el desarrollo de la neurociencia?

No hay un único avance, son la suma de muchos, unos de carácter tecnológico y otros de carácter conceptual. Desde el punto de vista tecnológico ha sido muy importante la disponibilidad de marcadores fluorescentes para cada proteína que se expresa en el sistema nervioso, y de incrementar su efecto o anularlo mediante los RNA interferentes. El disponer de modelos de animales genéticamente modificados ha permitido una mejor aproximación al estudio de las enfermedades neurodegenerativas y un largo etc… Desde el punto de vista conceptual hay un hito incontestable, la existencia de células madre progenitoras en áreas específicas del sistema nervioso, a lo que ha contribuido con brillantez el grupo de Garcia-Verdugo de la Universidad de Valencia y Victoria Moreno del centro de investigación Príncipe Felipe. La reparación del sistema nervioso, con su inmensa complejidad parece estar un poco más próxima.

La conferencia que imparte en el Museu de les Ciències se titula 'Descifrando los enigmas del cerebro' ¿Qué grandes misterios guarda el cerebro?

Hemos avanzado mucho y disponemos de tecnologías poderosas, comprendemos como funciona nuestro sistema motor, nuestras áreas del lenguaje, conocemos nuestro genoma y los genes implicados en procesos degenerativos que alteran las funciones motoras, el procesamiento del lenguaje, las epilepsias, algunas enfermedades neurodegenerativas. Pero…cómo explicar, la creatividad, el razonamiento consciente, lo que nos lleva a tomar decisiones. En fin, lo que nos hace humanos.

¿Qué sabemos del Alzheimer? ¿Será posible conocer sus causas? ¿Cuáles son los nuevos tratamientos para ralentizarlo?

La enfermedad de Alzheimer es la que sin duda recibe más atención entre todas las enfermedades neurodegenerativas. La razón es que tenemos el convencimiento  de que el aumento de la longevidad  y envejecimiento de la población lleva como contrapartida el precio de la enfermedad de Alzheimer. En mi opinión, deberíamos de ser un poco más cuidadosos con la catalogación de esta enfermedad pues solamente entre un 1-5% es de carácter hereditario con alteración de alguno de los tres genes que llevan a ella irremediablemente, eso se detecta rápidamente y hoy día es muy barato ese diagnóstico genético.  El resto, que son la mayoría, deberían de ser estudiadas con otra perspectiva y nunca de modo determinista. No hay fármacos milagrosos en la demencia senil. Se siguen empleando los que consiguen aumentar los niveles del neurotransmisor acetilcolina impidiendo su destrucción y algún otro, pero sus efectos dependen mucho del paciente y tienen, como todos los fármacos,  efectos secundarios.  Tenemos otras posibilidades muy recomendadas en Valencia:  aspectos saludables como el ejercicio, sobre todo los paseos tranquilos en las maravillosas playas valencianas, la lectura y todo tipo de actividades que impliquen la actividad cerebral, muy recomendado el jugar la partida con los amigos y disfrutar del componente social y sociable que tenemos las gentes de estas latitudes. La alimentación, variada y fresca y de nuevo disfrutada con un buen entorno social, familiar.  Lo que está prohibido es la soledad y aburrirse. ¡Hay que sentirse vivos!

¿Qué es la neuroprotección?

A lo largo de nuestra vida nos vemos sometidos a las acciones de compuestos nocivos, entre ellos a los radicales libres y otros compuestos oxidativos. Sabemos hoy día que tenemos sistemas de reparación en cada una de nuestras neuronas y lo que se pretende con la neuroprotección es incrementar esas respuestas de defensa y restaurar el correcto funcionamiento de la célula, evitando su muerte. La misma situación ocurre en los tratamientos oncológicos y se trata de evitar los efectos secundarios, manteniendo la supervivencia celular.

También ha destacado que se está trabajando en cómo mantener la capacidad del sistema nervioso en autorrepararse, ¿en qué consiste esta línea de investigación?

Como he mencionado en una pregunta anterior hay una actividad febril en el área de la regeneración del sistema nervioso desde que se descubrieron las células madre progenitoras. Conocemos bastante bien lo que pasa en el bulbo olfativo de los ratones, ya que sobreviven gracias a su olfato y renuevan esa vía de modo continuo, cosa que los humanos no hacemos.  Hay otra zona en donde nos parecemos a los ratones y es el giro dentado del hipocampo, donde procesamos las nuevas experiencias y originamos las memorias, ahí mantenemos la formación de neuronas durante la mayor parte de la vida… Pero cuidado, el número de nuevas células que podemos producir es limitado y el reservorio agotable… ¿Será eso el fin?

En una sociedad cada vez más longeva, ¿Qué posibilidades reales hay de frenar o incluso revertir el envejecimiento?

Se trata de fallecer con la mayor longevidad y con la mejor salud posible. Es difícil coincidir en los dos aspectos. Pero la esperanza de vida, que es la edad a la que fallece la mitad de la población, prosigue su avance y en este siglo hemos pasado de un 50% a que fallece a los 50 años hasta un 50% de la población que fallece hacia los 80 años, habiendo una cierta diferencia entre hombres y mujeres. Lo que no parece que hayamos mejorado es la edad máxima a la que fallece el ser humano, cuyo límite se sitúa entorno a 120 años. Podríamos pensar que dentro de alguna década, sino acabamos de destruir el planeta, falleceremos el 50% de la población a los 100 años  ¡y quizás en un futuro absoluto todos a los 120!…. Desde un punto de vista biológico a la naturaleza no le interesa eso en absoluto, pues con cada nuevo individuo surgen nuevas posibilidades evolutivas y la vida y su diversidad están ensayando en el planeta tierra desde hace 3.500 millones de años. 

 

 

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